Aunque mucha gente los lava bajo el grifo, nunca debe hacerse así antes de almacenarlos en la nevera puesto que de esta manera quitamos la cutícula que cubre los miles de poros que hay en la cáscara del huevo. Si desaparece esta capa protectora se va a favorecer que la suciedad y las bacterias presentes en la cáscara pasen al interior del huevo y nos produzca una infección alimentaria. Esto se evitará si utilizamos un paño limpio humedecido.
Y justo en el momento en el que vayamos a consumirlos, es cuando debemos lavarlos bien utilizando agua con detergente sobre la cáscara. Seguidamente hay que aclararlos bien y secarlos cuidadosamente con un papel de cocina de un solo uso.
Si quieres saber por qué a pesar de que nosotros no debemos hacerlo, los supermercados mantienen los huevos a temperatura ambiente, pincha aquí
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